Uno de los muchos males que la pandemia COVID- 19 ha traído es el hecho de que nos ha distraído de lo que quizás ha sido el peor año climático registrado. Pero viendo el lado positivo, hemos aprendido dos lecciones fundamentales: que los seres humanos somos capaces de cambiar nuestros hábitos rápidamente y no meternos con la naturaleza.
Pero América Latina deberá asimilar estas lecciones más rápido que otras regiones más desarrolladas. Pues nos enfrentamos a terribles amenazas por el impacto del cambio climático y contamos con menos recursos para abordarlas. Nuestro sistema de alimentos y agua se verá afectado, las tierras costeras sufrirán por el aumento del nivel del mar y las enfermedades tropicales serán más difíciles de controlar.
El año pasado, el sector de la construcción representó el 38% de todas las emisiones de CO2 relacionadas con la energía. Nuestro trabajo como industria es proporcionar una infraestructura que promueva un estilo de vida consciente, brindando al mismo tiempo ahorros a nuestros clientes debido a las reducciones de energía y servicios públicos. También es extremadamente importante medir y validar nuestra huella ambiental para planificar con precisión nuestra transición a una economía neutra en carbono.
Entendemos la realidad y los riesgos que el cambio climático imponen a nuestra región y la necesidad de medir y verificar nuestro desempeño ambiental. Es por eso que nos comprometemos a incluir la certificación EDGE en todos nuestros proyectos de desarrollo futuros y analizar la viabilidad de la certificación para nuestros proyectos existentes. Esta es la primera de muchas iniciativas que serán necesarias de nuestra parte en este camino hacia un futuro sostenible.